Pieza musical inspiradora:
Imagen Utilizada para la composición del texto:
Es el momento. Apagas el móvil, guardas la tarjeta de
embarque y te acomodas en el asiento para despegar. Estás muy nervioso, no es
la primera vez que viajas en avión, ni será la última, pero cada viaje es una
aventura. París, Roma, Londres… Irse unos días a la aventura por tu cuenta es
una gran experiencia, tanto personal como intelectual. Poder planear los días
como quieras, conocer otras culturas, visitar los monumentos más grandiosos
jamás construidos por la humanidad, son cosas muy agradecidas de cuando en
cuando.
Hay momentos en los que, rodeado de tal grandeza, incluyendo
plazas gigantescas, basílicas descomunales a divinidades archiconocidas,
parques infinitos o paisajes enternecedores y llenos de humanidad, te sientes
pequeño, muy pequeño. Te das cuenta de que por trepidantes que parezcan las
historias de tu vida desde fuera, por lo atareado que pueda ser tu día a día, o
la ingente cantidad de detalles que lo componen, eres una minucia en el mundo.
Y no digamos en el universo.
Sin embargo, ese sentimiento empequeñecedor merece la pena
en comparación con todas las nuevas experiencias que estos grandes viajes
aportan a tu vida. Ayudan a descubrir nuevas facetas de la gente, nuevas
perspectivas sobre la vida, la forma de invertir nuestro tiempo, qué es lo que
realmente nos importa en la vida, y qué buscamos para ser felices. Pero
sobretodo, para lo que más sirve viajar, es para descubrirte a ti mismo.
Ese tiempo en el que tus ojos se maravillan con el coliseo,
la torre Eiffel o el Big Ben, sirve de mucho para madurar ese yo interior que todos llevamos dentro.
Ese pequeño niño asustadizo del mundo en general, que regamos poco a poco con
experiencias y que se va metamorfoseando en un hombre a base de vivir, se
enriquece mucho viajando, visitando sitios nuevos. Disfruta aprendiendo de lo
nuevo, y, aunque en parte seamos inconscientes de ello, disfruta mucho de esas
nuevas vistas que le hacen un poquito más sabio.
Ya veis, son todo ventajas, y aunque no sea un camino de
rosas planear un viaje a lo desconocido, la mayoría de la gente coincide en que
es una de las cosas que todo el mundo debería hacer cuando es joven, antes de
estar encadenado a un trabajo, o formar una familia. Desde pequeño lo has
escuchado: “Viaja mientras seas joven, luego apenas tendrás tiempo.” ¡Qué
razón!
No soy ni muchísimo menos un viajero experto ni el más
indicado para dar consejos, pero por mis breves pero intensas experiencias, lo
recomiendo mucho. Puede que suene un poco a loco de la pradera, y que al
principio resulte un poco confuso o temerario, pero luego mejora. Poco a poco
te vas abriendo a la gente y te das cuenta de lo bonito que es charlar con personas
de lugares diferentes cuya cultura es
completamente diferente a la tuya. Y es que por muy breve o superficial que sea
ese contacto, las diferencias que aprecian te hacen darte cuenta del concepto
de heterogeneidad que define el mundo.
Tendemos a pensar que somos todos iguales, que todos
seguimos los mismos cánones y que estamos todos en el mismo saco, unos más
dentro y otros más fuera, y que todos nos dirigimos hacia un mismo fin.
Mentira, hay diversas opiniones, culturas, posturas, y aunque no todas sean de
nuestro gusto, creo que es muy recomendable tener una panorámica de este lugar
llamado mundo en el que nos ha tocado vivir, porque conociendo un abanico más
amplio, sabremos mejor qué hacer con la nuestra, y hacia dónde dirigirnos.
En resumen: viajad, nunca os cerrareis puertas, sino que abriréis
ventanas para airear los polvorientos ideales anquilosados del pueblo que
dominan la vida de los que como bueyes, solo saben mirar hacia adelante sin
pararse a degustar los paisajes del camino.
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Enlace a la lista de participantes del proyecto: #UnaImagenMilPalabras
Enlace al proyecto Reivindicando Blogger gracias al cual se ha realizado este proyecto #UnaImagenMilPalabras
Muy lindo, y ojalá pueda seguir el consejo :)
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