"Estar despierto en las noches mas cansadas del invierno de la vida.
Llover mentiras sobre en lago de la amistad iluminado por el arco iris de los sueños.
Entonar melodías de tristeza en el colchón de contrabajos de la sinfonía de la vida.
Susurrar conocidos versos en místicas lenguas a su oído, acariciando la fría y aterciopelada piel de la soledad.
Contemplar el deslizar de las manecillas del reloj de la aventura, apresurando los últimos instantes de pensamiento bajo el cálido techo de protección soñado.
Centellas de realidad que atraviesan la habitación fugazmente y que son toda la guía posible para esta vida."
Todas estas y mas apasionantes sensaciones, pasiones y emociones en la obra de tu vida en el teatro del mundo.
martes, 23 de octubre de 2012
lunes, 1 de octubre de 2012
Jardines de pensamiento
Corría desilusionada por los campos de amapolas que rodean
la pequeña casita de campo en mitad de la nada en la que había pasado los últimos
18 años de su vida, dejando tras de
si rastros de su ondeante cabello dorado. Como huyendo de las fieras del oscuro
bosque que desde el infinito retorno sus ancestros le habían enseñado a temer,
tanto de día como en pesadillas, subió las escalerillas de madera de arce recién
pintadas de blanco por su abuela, que probablemente se encontraría en el patio
trasero tomando su habitual bebida de limón mientras contemplaba la puesta de
sol. Pero aquel día había sido tan apabullante que cayó en un profundo sueño,
del que ni siquiera el golpe con el que su nieta abrió la puerta de la entrada
principal la despertó. No era a las cosas del bosque a las que tenía miedo,
sino a las de su interior.
Tras el portazo y cuando no hacía más de un instante
que había atravesado la puerta, la pobre muchacha quedo parada en seco,
suspendida en el aire una centésima de segundo, el tiempo equivalente al de una
orquesta para dar la última nota de una gran sinfonía. Y tras ese bello
instante de grandeza en el que sus preciosos ojos azul cobalto pudieron
contemplar las luces de hadas de que se reflejaban a través de la vidriera de
cristal de la sala, mostrando el gran baile de seres mágicos que hay en cada
momento de la existencia y que muy pocos ven, derrumbase la muchacha inconsciente
en el inexpugnable abismo que se había formado de pronto ante ella, y únicamente
dejo tras de si el rastro de las lagrimas derramadas durante su relativamente
corta existencia y sus puros ropajes, que por muy castos que hayan permanecido,
nunca podrían atravesar la barrera que separa el mundo del universo de la fantasía
y de los sueños.
En la linde del bosque, una pálida sombra enmudeció al
escuchar, con su agudo oído, la imperceptible exhalación de vida que había emanado
de la chica en aquel instante. De modo, que tras tales acontecimientos, optó
por correr, huir y desaparecer del mundo. Cual rayo partió a la luz de aquel sonriente
cielo nocturno, símbolo de maldad e injusticia que el universo anti paralelo de
la felicidad y la armonía ejerce sobre las desdichadas vidas de los habitantes
de la aldea del desamparo.
Tenaz, fugaz, clavando sus patas en la tierra por
fracciones de segundo se dirigía al lugar más sagrado de su hábitat que conocía,
el
lago de las animas enclaustradas. A pesar de este peculiar nombre, por
el cual los mortales no eran muy propicios a acercarse a las aguas de esta
fuente de conocimiento, aquel lago era un santuario. La mayoría de entes que
habitaban aquellas tierras desconocían, o pretendían desconocer su cometido en
aquel inhóspito lugar, dirigiendo sus vidas, al tedio, a la rutina, al basto hastío
que produce sentarse a mirar una caja en la que representan ideales sobre lo
que ellos jamás lucharían por alcanzar.
Llego al claro que se abría frente a las aguas, y
saludo a la luna como sus antepasados habrían hecho en tan marcada ocasión,
porque no todos los días se forja una estrella, una estrella de valor,
honestidad, inocencia, una estrella muy brillante, más brillante que el mismísimo
mercurio, que el sol de los inmortales. La luna, centro especial de la comunicación
del individuo con el yo y que tantas reflexiones a estrafalarias horas había provocado
a los bohemios pensadores que se habían dejado caer en aquel Infierno, y a los
que las criaturas mágicas debían rescatar de aquel mar de incultura.
Las semicorcheas se apretujaban en el compás del
momento para contemplar el ritual que el fauno debía ofrecer a los astros para
que estos iluminaran con su sonrisa el punto exacto del alma de la muchacha,
ahora en el limbo de la vida y lo que no es vida. Y es que lo que es distinto a
la vida, es no vida, obviamente, pero no muerte. La muerte solo existe para los
pobres mortales que se empeñan en que su paso por la tierra, la huella marcada
que todos dejamos al nacer, quede tapada por las cenizas del tiempo. Los sueños
soñados de aquellas mentes menos despiertas quedaran congelados en el aire
espacial para que el suave impulso del vals del tiempo los arrastre a las
cascadas del límite de la existencia y finalmente se pierdan.
Posándose sobre los nenúfares del lago como si de
una pluma se tratase avanzo hasta el centro de la laguna, acercándose lentamente
a la rosa del centro. Una rosa, flotante, del mismo color que el de los ojos de
la muchacha, cuya figura se veía resaltada por las plateadas aguas de la noche
sobre las que descansaba. Apoyada en una especie de cántaro que flotaba en el
agua, rebosaba una energía, que atraía con su silencioso canto a todas las
bellas criaturas del bosque, que como en procesión, habían rodeado la laguna y habían
dejado al fauno en mitad del estanque bajo la atenta mirada del cielo.
Con sus afiladas y desgarradoras manos, el fauno
tomo la rosa con una delicadeza extrema, y la rodeo con uno de los rubios
largos y lacios cabellos , que la joven había dejado en un arbusto mientras escapaba
de aquella batalla consigo misma en el interior de la espesura de la memoria. Al
contacto, comenzó a liberarse la fragancia de las musas, inspiradora para
cualquiera, y la rosa se elevo lentamente al canto de las hadas de la vidriera
de cristal, hasta perderse en la oscuridad de la noche, dejando solo visible,
el profundo destello que al contacto emitía el dorado cabello. Al final se posó en la inmensidad del cielo, y allí reposo durante la eternidad, para contemplación
de todas aquellas almas necesitadas de un poco de inspiración en el infierno
humano en el que se plantean vivir muchos día a día.
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